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Apuntes sobre la historia del Boletín Oficial de la Provincia de Ciudad Real

Los Boletines Oficiales son los grandes desconocidos, sobre todo los de las provincias; sin embargo hubo un momento, sobre todo en el siglo XIX que hacían labores informativas: reflejaban las crónicas oficiales, hacían pública las gestiones de todos los políticos a cualquier nivel, incluido el rey de España (se puede comprobar en la imágenes que nos acompañan de uno de estos boletines). Una vez constituida la división geopolítica de España en provincias, se hacía necesario un medio oficial que permitiera su vertebración, ahí esta la raíz de la existencia de nuestro Boletín Oficial. Su publicación pasó por momentos difíciles y la irregularidad en su aparición se convirtió en norma, hasta que en el año 1871, se le encomienda el trabajo de su impresión a la Diputación de Ciudad Real: publicándose a partir de entonces los lunes, miércoles y viernes. La responsabilidad de su edición, que no la de su impresión (está estaría siempre en manos del Ente provincial desde la fecha citada anteriormente), la tuvo el antiguo Gobierno Civil hasta que la ley 5 del 2002 (ley de los Boletines Oficiales) esta labor la deposita en la Diputación Provincial.

De izquierda a derecha: cajas de tipos (chivalete), máquina de imprimir tipográfica y linotipia.

Su historia está impregnada por la evolución de las artes gráficas (técnicas para la impresión de revistas o libros), la progresión de este arte (forma artesanal de trabajo que necesita de mucha creación), permitiría el progreso y la evolución del Boletín Oficial de la Provincia: su número de páginas va creciendo en la medida en que los elementos técnicos se lo permiten. Con una composición tipográfica a base de ir construyendo frases, tipo a tipo (letra a letra, tipos móviles) extraídos de las cajas que forman el “chivalete”(armazón de madera que debe su nombre a la palabra francesa chevalet, caballete), depositados en un componedor (regla de metal con borde y un tope) y después colocados en el “galerín” (plancha de metal con listones de hierro) que entrarán a forma parte de la “galera” (plancha de hierro guarnecida en tres de sus lados) donde se montan todas las partes de una o varias páginas (darán nombre a las primeras páginas de pruebas o galeradas, donde se ven y se apuntan los errores detectados para su posterior corrección), que posteriormente se ajustaría a la máquina de imprimir (denominada “plana”, más tarde, para diferenciarla de la posterior que utilizaría formas curvas) y que generalmente era manual. Con estos elementos era difícil hacer un Boletín de más de cuatro páginas. La llegada de la “linotipia” (máquina que agiliza y mecaniza el proceso de composición de un texto, que genera bloques de tipos -compuestas las frases- fundidos en plomo) permitirá avanzar un poco más en la cantidad de páginas del Boletín, siempre que se contara con una máquina de imprimir “plana”, movida por un motor y no con energía humana.

Fotocomponedoras

Y la verdadera revolución y la eliminación de la mayoría de las trabas para poder aumentar el volumen de anuncios a publicar en el Boletín, se iba a producir en los años ochenta, ya con la democracia, y, vendría con la “fotocomposición” (componer páginas de texto a partir de matrices fotográficas que creaban negativos de letras que producen cintas fotográficas), y con la utilización de la impresión “offset”. El contar con estos elementos hace posible prestar un servicio a los entes provinciales eficaz y rápido (coincide con la importante evolución de los ayuntamientos, de forma positiva, al mejorar la estructura de las prestaciones que dan a sus vecinos). Este beneficio se hizo más hondo con la entrada de la informática a finales de los años noventa, mejoramos las comunicaciones con el correo electrónico y la composición con los tratamientos de textos, y el diseño de las páginas con los programas especiales de maquetación y diseño como el “Page Maker o inDensign”.

Las nuevas tecnologías han entrado con fuerza en la más antigua publicación de la provincia.

Ahora, doscientos años, aproximados, después de su nacimiento, en los comienzos del siglo XXI, faltaba el empujón definitivo haciendo del Boletín una herramienta capaz de imprimir velocidad a los trámites, eliminando cualquier hándicap u obstáculo ralentizador en la mejora del progreso de nuestra sociedad. Para ello se han utilizado los sistemas telemáticos más completos con los que se consiguen boletines con un número de páginas, casi ilimitado; por lo tanto, de número de anuncios a publicar. Y, en el año 2013, nos ha permitido dar un salto cualitativo esencial: romper con la periodicidad de lunes, martes y miércoles, pasando a publicarse de lunes a viernes, incluidos los días festivos. Hoy, nuestro Boletín, es un medio de comunicación más cercano, más asequible gracias a Internet. Y su objetivo vertebrador se cumple de forma más amplia.

Primer ejemplar que se conserva en los archivos del B.O.P (2 de octubre de 1871)